lunes, 24 de noviembre de 2008

Iluso el que creyo que podría robar a un mago

Sí, decididamente le seguí, y le acompañé unos inviernos en su camino.

Recuerdo una noche que nos tumbamos a descansar alrededor de un fuego que calentaba pero no quemaba (“la magia está para crear, no para destruir” solía decirme. Yo nunca he estado muy de acuerdo con esa idea, pero él, así lo creía o me lo hacía creer).
Estaba en estado de duermevela mirando bailar las llamas y mi ilusionista actuaba haciendo que dormía, cuando, de repente, vi aparecer un hombre corriendo de entre las sombras y cogió la bolsita de dinero que dejamos al lado de la comida. Me incorporé decidida a perseguirle, pero el ilusionista, sonriendo, con los ojos todavía cerrados, me dijo: “No te canses por una vieja bolsa raída, vuelve a dormir”

Miré al circulo de oscuridad que se escondía de la luz, enredada en los árboles y con un suspiro, decidí volverme a tumbar.

-“Ya volverá…”-susurró.

Yo no preguntaba. Nunca le preguntaba, pero si él decía que ya volvería, significaba que volvería.

Desperté como hacia tiempo que no despertaba, entre pieles calentitas y cómodas. Abrí los ojos con temor de haber sido abandonada en una cuadra por el ilusionista, pero no, seguíamos en ese claro del bosque. Ya no se veían las estrellas, ahora el sol comenzaba a descongelarnos.

- Buenos días, ¿te apetecen tortas? ¿Leche? ¿Pan? ¿Miel?

Miré al hombre que con cara congestionada, trabajaba de un lado a otro, era el ladrón de la noche, luego giré mi vista a la comida que me llamaba desde el suelo y comencé a comerla sin casi degustarla.
Desayunamos los dos juntos mientras el pobre hombre seguía limpiando, secando, preparando, cosiendo, recogiendo…

- ¿Disculpe señor?-Sesgó el silencio el creador de magia- ¿Le apetecería comer con nosotros…? Ya que usted lo ha preparado, es lo mínimo que puedo ofrecerle.

El hombre gruñó mirando con hambre los (para nosotros: manjares) y dijo:

- Pero antes quítemelos de encima.

-¡Oh! Faltaba más…-y diciendo esto abrió la bolsita del dinero, murmuró unas palabras y el ladrón se relajó considerablemente.
- “Ya vé, las voces de la conciencia se silencian fácilmente con un par de buenos actos- sonrió amablemente, como si le diese una lección a un niño- Y ahora a comer”

Aquel hombre no objetó nada, por miedo a que aquel tipejo loco le volviese a soltar aquellos fantasmas que le atormentaban. Pero nada más terminar sus migajas recogió las pieles, una olla y se marchó apresuradamente.

- No te preocupes- me tranquilizó mi ilusionista al leer mis pensamientos de hogueras y persecuciones- No dirá nada, hasta, por lo menos, su lecho de muerte y para entonces yo ya estaré muy lejos, puede que incluso ya no esté. Tranquila.
No me tranquilizó... “puede que incluso ya no esté”... no podía imaginarme un mundo sin magia.

miércoles, 19 de noviembre de 2008

El ilusionista

Conocí una vez un mago… que se hacía llamar “El ilusionista”
Ese nombre se debía a que, en esa época, los magos, calentaban los culos de los señores obispos, ya que se consideraban una exquisita madera en muchas zonas de Europa, mejor que el roble o el abedul incluso. Además las malas lenguas decían que el olor desprendido era como de flores silvestres o pino… yo, la verdad, nunca llegué a oler ninguno. Sin embargo, si que pude apreciar el ahumado de brujas, que cierto es, olían a tortitas.

Bueno, continúo con mi historia.

Yo, una vez, conocí un mago, que se hacía llamar “El ilusionista”.

Estaba sentada en la nieve, y no le oí llegar. Me había encontrado un pajarito blanco camuflado en el suelo, ni los zorros se habían percatado de él, pero yo lo ví. Estaba inmóvil, como las figuritas que hacía mi padre con tallas de madera y piedras. Lo cogí y ni se inmutó. Allí, arrodillada, le intenté dar calor, tenia miedo de que se derritiera en mis manos, lo lancé al aire y cayó sobre mi regazo, volví a intentarlo, nada… con lágrimas en los ojos seguí probando que volase, pero siempre volvía a caer, suave, como un gran copo de nieve. A los cinco o seis minutos solo veía el mundo emborronado por el llanto, cada vez lo tiraba más alto. Y, de repente, no volvió a caer, miré al cielo esperando verlo, pero no estaba.
- “No deberías tirarlo tan alto, podría hacerse daño…”- dijo un susurro que parecía provenir del coro de los árboles y el viento.

Me giré sobresaltada, ahí había un hombre, un muchacho, yo apenas tenía seis años pero me enamoré de su magia.
Ese día, vestía con su capa blanca. Sus ojos, cambiaban con el mundo, aquel día eran negros, pero fueron apareciendo, paulatinamente, trazos verdes, hasta transformarse completamente; lo sé porque me quedé prendada de ellos, no dejé de mirarlos desde entonces. Tenía hoyuelos y el pelo color caoba, piel blanca y sonrosados pómulos.
Su puño estaba cerrado, pero sin hacer presión, se lo acercó a la boca y sopló. Entonces se agachó a mi lado y extendió la mano con lentitud, el pajarito estaba ahí, sentado con los ojos muy abiertos, con cara de sorpresa (sí, pueden sorprenderse, lo aprendí aquel día) hinchó sus plumas y salió volando, trinando a los cuatro vientos, rompiendo la calma del mundo.



Mi Ilusionista… solo estaba de paso por esa zona, si no me iba con él en ese instante, jamás lo volvería a ver, no había manera de seguirlo, ni huellas en la nieve, ni vapor de sus labios, ni siquiera ese olor a flores o pino… se movía como una sombra de luz.

domingo, 16 de noviembre de 2008

Tengo ganas de escribir una historia bonita

Hoy no soy yo…
He puesto el automático…
Estoy dormida, hibernando o a saber que … tal vez escondida.
No quiero ver, ni hablar, ni sentir.
Hoy solo quiero mirar a un punto fijo.
Actuó por supervivencia, por amabilidad


No quiero asomarme por el muro y ver si se ha roto algo
Es que sonó “crack” pero puede que fuera un simple gnomo
O tal vez un árbol que se desmayó.

Me rajo y me rajo sin compasión
Que se cura la cicatriz, la vuelvo a abrir.

Y puede que cuando despierte siga el automático
Y que me quede un tiempo en postura fetal…
Esperando que llegué una libélula
De esas que cría mi hermana en secreto.

Cansada del control remoto
Pero sin poder abandonar el puesto

Escribo porque no está/estoy
Porque no me/le oye/oigo…
o tal vez si pero no le/me importe

Por lo menos tengo frío
Eso es algo

Preguntándome por la ubicación de mi inteligencia emocional me pierdo

Pensando en cosas que no debería
Pensando en cosas que ya debería haber pensado.
Hurgando en el pasado y encontrando polvo que me hace estornudar
Hay mucho que ordenar y desechar

Si es que… no quiero más


Hoy no soy yo.

Así que… no me preguntéis a mi…


Tengo ganas de escribir una historia bonita.

martes, 11 de noviembre de 2008

Le miro, me está esperando
ahí, en la oscuridad
Indiferente, cansado, con ganas de despertar.
Enciendo la luz y me intuye, sabe que estoy aqui,
se impacienta.
Va vestido de negro, de cuero negro, nada más.
Me acerco y paso la mano por su cuerpo.
Hay un huequito por el que puedo meter los dedos primero, la mano después.
noto al tacto su suavidad, sus curvas y me recorre un escalofrío.
Es tan hermoso.
Comiezo a quitarle esa tela que nos separa y queda al descubierto todo en si.
Tiene un tatuaje dorado, pero no lo leo,
estoy demasidao ocupada observandolo al completo.
Me acerco y lo acaricio nuevamente.
Me ha hechizado.
Quiero hacerlo bien, tal vez no sea su primera vez, pero si es la mia,
es la nuestra.
No quiero estropearlo por los nervios
No quiero estropearlo por unos dedos temblorosos e inexpertos.
Intento repasar las lecciones aprendidas en el pasado, pero nada me viene a la cabeza.
Respiro y me siento a su lado.
Ahora o nunca.
Estoy preparada para tocar, estoy lista para oir y degustar,
ya soy capaz de hacer sonar una melodia en un piano de cola.

Consecuencias de la rebeldia

Una lágrima se escapó de casa ...
y fue atropellada por un dedo veloz.

Juegos en la oscuridad

Te reíste porque la vela me quería hacer la competencia alumbrandose a si misma,
haciendo que ambos nos maravillasemos con su luz.
Pero tú no te dejaste embelesar por ella y supiste aprovechar la oscuridad para ver mi cuerpo con tus dedos.


La vela...

... finalmente...

... se consumió de celos.

martes, 4 de noviembre de 2008

Historia antes de dormir

Bordé con esmero cada puntada, cada trazo, para crear el manto más hermoso y el más elaborado.
Crié los gusanos de seda alimentándolos del roció de invierno que se queda atrapado entre los copos de nieve.
Y, al llegar la primavera, recogí las sabanas de las nuevas mariposas para poder hacer la deseada tela.

Rapté una virgen, que engatusó un unicornio a cambio de que yo le presentase a un buen caballero

Con el unicornio fue más complicado, necesitaba de sus lágrimas y no es tan fácil que broten de tan elegantes seres.
Tuve que narrarle historias de doncellas, niñas, guerras, últimos suspiros y corazones rotos.
Pero nada le enterneció lo suficiente, hasta que le confesé que los hombres ya no creían en la magia
Y que los cuentos de hadas se extinguían a causa de furtivos “reality shows” y duros telediarios
En ese momento una lágrima planteada rodó por su mejilla hasta una lamparita de cristal (abandonada por un paupérrimo genio)
y el ser mágico se tumbó en el establo preguntándose en que habían fallado los de su especie,
y por mucho que lo haya intentado, no se ha vuelto a levantar jamás. (tal vez debería presentarle a un niño)

Con esa lágrima y el agua del corazón de un glaciar, teñí la seda con la que bordé el manto,
Pero antes, tuve que oscurecer la tela, eso lo logré gracias a un diablillo que encontré enjaulado en un circo.
El me otorgó el carbón que generó un dragón antes de su último aliento, por lo que olía un poco a chamuscado

Pero con un poco de sustancia de flor de lago, mezclada (gracias a un alquimista) con flor de mar, obtuve un perfume suave y fuerte en si mismo.

Ahora, con el manto cubriendo mis pies, me pregunto si de verdad mereció la pena tanto trabajo por solo una tela.
Si realmente estuvo bien quitarle el roció a los hechiceros, robar la seda a las mariposas tempranas,
emparejar un caballero y una doncella, deprimir a un unicornio, matar un glaciar robándole su sustancia,
desperdiciar el favor de un diablillo en apuros, y endeudarse con un loco mago de mezclas imposibles.

¿Puedo dormir contigo esta noche?

Déjame mirarte dormir,
que me he cargado al duende del sueño,
al ratoncito Perez, al hada de los dientes,
a papa Noel, los reyes magos,
Olentzero, el coco y el hombre del saco.
A todo aquel que pudiese molestarnos esta noche.

Los he matado para verte dormir una noche más.
Para oir tu respiración entrecortadacuando me hacerco a tu cama,
porque tal vez me intuyes o
hueles mis manos ensangrentadas

Permiteme verte descansar,
observarte sin que importe el tiempo,
sin tener que hablar.

Concedeme una noche sin pestañeos,
una noche que prometo silenciosa,
una noche para contar tus latidos,
para aprenderte de memoria
.

Una noche en la que el gato nos conceda una tregua
y no venga a charlar

Horas oscuras en las que regaré tu alfombra para que salgan flores
Horas negras en las que reíré por lo bajo, al verte sonreir cuando pienso en ti

Largas horas que pasaran demasiado rapido.

Un año de horas cosidas malamente para tener que rascar el papelito de feria y rezar (siendo atea) que sea una noche a tu lado.

Robando boletos a niños y ancianos.

Cleptomanía,
asesinato, locura y obsesión...

¿Puedo dormir contigo esta noche?

lunes, 3 de noviembre de 2008

Octubre se fue

De porque Octubre es un buen mes

Es por ese frío que te obliga a escuchar el chirrido del baul que guarda la ropa de abrigo: los guantes (siempre juntos), la bufanda (un poco más desilachada), el gorro... y el edredón, ese compañero que te abraza hasta asfixiarte las noches más frias.

Es por esos dias que solo son grises para que los demás colores resalten.

Es por esos días tan grises en los que miras al cielo, cubierto de furiosas nubes, y entonces, sabes que tendrás que quitarle el polvo al paraguas "a ver si hay suerte y hoy es el dia que tenga que compartirlo contigo"

Es porque te das cuenta de que entre las zarzas crecieron esas flores que dejaste morir el invierno pasado.

Es por el sol que alumbra el aire congelado y las narices rosadas.
Por la oscuridad temprana que te permite ver las estrellas antes de tiempo.
Por las noches frias que te obligan a vestirte con agua de ducha y a pegarte al confuso radiador que se enciende y se apaga tras un año de sueño.

Es porque la naturaleza se despide despues de sus dos largas-cortas estaciones
Es porque lo hace a lo grande:
con suaves y crujientes alfombras de hierva y hojas entrelazadas;
con colores en cada esquina,
con juegos de frio y calor para disfrazarse de mil formas,
e, incluso, con lágrimas de despedida que hacen brillar el mundo y lo cambian un poco más.

Es por los charcos que se limpian con el chapoteo de las botas.

Es por las gabardinas que vuelven a ser amarillas.

Es por el ruido del viento y la lluvia.

Es por el ruido de dos corazones bajo una misma manta.

Es por ser el mes en el que los teruterus entran en huelga y se van a las islas Mauricio.

Es por los suspiros que llevan el recuerdo de alguien y son arrastrados por el frio. Hasta que llegan a su destino y golpean la cara del receptor haciendo que su cuerpo tiemble no solo de frio.

Frágil

Pompa de jabón que explota con el más leve roce.
Castillo de naipes derruido con un pestañeo.
Figura de arena destruida por el mar.
Hielo desecho al suspirar.
Cera derretida con un poco de calor.
Vestido desilachado por el uso.
Edredón destripado cubierto de plumas.
Roca que con el tiempo desaparece...



Por eso te sorprendes tanto cuando un diamante se descompone ante ti.
No te lo esperas... pero aun asi, recoges los fragmentos e intentas recomponer este material tan poco maleable.