domingo, 26 de octubre de 2008

Han puesto la calefaccion

Los cucos de los relojes mueren de soledad y ya no me quedan suficientes cajitas de cristal para enterrar. Ahora me contento con mirar al polvo de los minutos que corren despacio y se arrastran deprisa y se enredan al pelo y me desquician y me enfurecen y me entristecen porque crecen y crecen y me atrapan en una trampa que yo misma construí.
No solo el tiempo quiere volverme loca con profundos ni tics ni tacs, sino "tocs" ( y me confunde, y ya no se si llaman a la puerta o no) sino que mi cabeza se ha enamorado de la confusión y el miedo y juega con ellos a gritar.
Escarcha en mi cuarto y fuera calor. Miro la pantalla del ordenador ¿también se ha congelado?
Y decidí susurrar al final, para ver si no me escucha nadie, porque llegará el invierno y temo congelarme si me olvidan junto al muñeco de nieve al que entregaron mi gorro y mi bufanda.
Engullendo amargo helado que quema y creyendo que me ahogaré por no ser capaz de tragar, pero tragando y tragando cada vez más, para transformarme en pavo de navidad.
Quiero pintar las paredes y que me griten, quiero tirar los platos y gritar, que me expulsen como oveja verde (peor que la negra) y verme obligada a emigrar a tu portal.
Quemarme con el radiador y llorar entonces con razón.
Mirando al suelo y esperando que una gota mancille el silencio y pensar que piensas en mi.
Recolectadas y cosidas estas margaritas para decirte que:
Te echo de menos...

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