La casa estaba impecable, los cristales, los espejos, el suelo, la alfombra… arreó el saco y lo arrastró hasta el final del pasillo. Deshizo el lazo y casi pudo oír el gemido de la casa cuando, esa cinta, mancilló el suelo impoluto. El saco se abrió y dejó al descubierto polvo. Polvo de otras épocas, polvo de otros lugares, polvo a fin de cuentas. Un último vistazo al pasillo y metió la mano en la bolsa.
Un puñado fuera.
Trazó un dibujo de polvo en el aire, sonrió y cogió otro puñado.
Frente a la boca y soplar, al aire, aplaudir, dando vueltas, corriendo…
El gato persa quedó cubierto de arriba abajo, apenas se veían sus ojos, pero parecía feliz.
Así mucho mejor… hay veces que es mejor no ver lo que tienen que mostrarnos las fotos, los cuadros, los libros, los espejos o las ventanas… mucho mejor así.
Un puñado fuera.
Trazó un dibujo de polvo en el aire, sonrió y cogió otro puñado.
Frente a la boca y soplar, al aire, aplaudir, dando vueltas, corriendo…
El gato persa quedó cubierto de arriba abajo, apenas se veían sus ojos, pero parecía feliz.
Así mucho mejor… hay veces que es mejor no ver lo que tienen que mostrarnos las fotos, los cuadros, los libros, los espejos o las ventanas… mucho mejor así.
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