viernes, 19 de junio de 2009

Habrá que coser

Los sastres miraron su obra con pena.
Había sido atacada por un propietario despreocupado.
¡Y en estas condiciones la devolvía el ingrato!.

La verdad, no mostraba muy buen aspecto...
Se miraron entre si preguntandose que podrían hacer para arreglarla.
-Trae aguja e hilo... del resistente...
El mayor de los sastres se introdujo en la trastienda mientras el más joven, pero viejo aun así, envolvia entre sus brazos al titere sin cables.
-A ver que podemos hacerte-susurró.
En una bandeja de plata, el viejo más viejo, entregó a su compañero: Una aguja, un largo hilo rojo y unas gafas de sastre.
Y con manos templorosas y firmes a la vez, se pusieron manos a la obra.